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7 AM

Ahora que el destino es color café, es hora de removerlo con la cuchara. Aunque sea la cuchara de un desayuno al las 07:00AM en una estación de autobuses, tras una noche trasnochada transportado durante 7 horas en un autobús, valgan las redundancias.

Pasadas 7 horas de vigilia, peleando mano a mano con el sueño, la incomodidad de un cuerpo atrapado entre asientos, la radio de madrugada hablando por hablar, el sudor agrio de mi compañero de viaje, y el muchacho que roncaba 4 asientos mas atrás, uno se plantea mas que qué hace ahí, como ha llegado hasta esa situación.
Ser el centro de una espiral de olor y ruido que devastaría la misma Nueva Orleáns, otra vez (sic).

De verdad, parece que no hay salida, maldita sea la hora en que la afirmación viaje directo me engatuso para coger este billete y no aquel que tenia un recorrido turístico a lo largo, muy largo, de la geografía española. Ahora no hay remedio, y es que los conductores se turnan para evitar perder un solo minuto. Y yo, yo no se si pedirles la llave del servicio, o que quiten la pegatina de salida de emergencia. Quien evita la tentación, evita el pecado (Tesalonicenses 5:22).

Y es así, hasta que una parada de media hora parece ser la oportunidad. Aunque sea para salir corriendo hacia la dirección contraria y estirar un poco las piernas, hasta que un señor verde, guarda de civiles, me pregunta:
- “¿tiene usted algún problema?”.
Mi cara y el ruido estertóreo que emitió mi boca con tono interrogante no le basto a lo que me respondió el con otra pregunta, confirmando su procedencia gallega delatada por su acento,
- “¿me permite su documentación?”.

Dude, si entregarle mi DNI, mi diario, o darme a la fuga. Intuí que por el relleno de su cartuchera que quizá el no correría mas que yo, pero sus amigas plomadas si. Así que le di ambas cosas, el DNI y mi diario.
- “Con el DNI me basta, gracias”.
Vaya, otro más que no quiere conocer más que identificación numérica.
- “Disculpe, ¿y su fotografía?”

Bien, llegados a este punto he de hablaros a la tendencia de huir de mis fotografías. Y no es algo malo, bien me ha servido para evitar multas de trafico, pero otras veces se produce un situación en la que es difícil justificar su ausencia por que un “Ahora vuelve”, “Es un poco tímida”, no suele bastar.

Otra vez mis estertores, y mi cara, y el muchacho magrebí calado en aceite de motor que gateaba para salir del autobús en el que viajaba escondido respondido por mi. Es fácil dejar de ser una preocupación para alguien que solo conoce de ti un número de identificación, nacional.

La llamada de los viajeros al autobús, al igual que el timbre al final de un recreo, destrozo mi momento de libertad. La hilera de luces que me guiaban hasta mi asiento vacío, el único por ocupar de todo el autobús, el único al que todas las miradas se dirigían, el único que parecía ser mas pequeño, e incomodo, que todos los demás era el que me esperaba.

Ver al chaval magrebí empapado en aceite de motor, intentando correr mientras resbala y los guardianes civiles intentando atraparle mientras se resbalaban hizo que rompiese la monotonía estertórea de mi garganta con una carcajada. No por sus intentos frustrados de romper con sus inevitables destinos, si no por mi.

Por ser incapaz de dejar de resbalar para evitar mis preocupaciones. Así, 350 kilómetros después, un café cortado y un croissant, una cuchara no del todo limpia, un sobre de azúcar no del todo caducado, y una mala sonrisa de un mal camarero, me hacen ver que puedo dar la vuelta a la espiral. Cambiar el sentido del giro removiendo con mí cuchara no del todo limpia hasta conseguir que las aguas color café de mi destino se calmen.

Y ya vendran nuevas espirales, ya vendrán, que esta cuchara me la guardo.

Aethern


mira... el que no era ocurrente... ;P

besos!!!!!!

Posted by: o0strawberry0o en: 20 de Septiembre 2005 a las 01:04 AM Escribe un comentario









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